Del 29 de agosto al 30 de septiembre de 2018 tuvo lugar en la Sala 0 del
Museo Patio Herreriano la exposición en la que se daba a conocer el trabajo de investigación, documentación y experimentación sobre la tipografía, rotulación y escritura urbana en Valladolid, que se llevó a cabo en colaboración con grandes profesionales y artistas de la ciudad.
Las letras nos rodean. Están en todas partes. Nos lanzan mensajes de todo tipo. En nuestra ciudad podemos encontrarlas en los rótulos de los establecimientos, en los letreros de las calles, en los graffitis de los muros, grabadas en la piedra de las fachadas o en las señales de tráfico.
Cada ciudad tiene un lenguaje único y particular que se traduce en piezas tipográficas. Muchas de ellas están a punto de desaparecer para siempre. Pero en ellas se esconde todo un legado, no solo artístico, sino también cultural, que alberga la identidad y la esencia de la trayectoria de toda una ciudad.
Para esta exposición, se documentó todo este patrimonio cultural, se catálogo y cartografió. Se daba a conocer el oficio del letrista, que tanto ha cambiado en las últimas décadas. También recordaba otras voces que se escuchaban en la calle. Y, a través de las piezas artísticas derivadas, nos invitaba a la reflexión.
Las letras son capaces de comunicar mucho más allá del texto que representan: incrementan el significado de las palabras, establecen el tono de comunicación y enfatizan el mensaje.
En la exposición desarrollamos un bloque didáctico en el que explicamos qué nos cuentan las letras, y cómo lo hacen exactamente. A través de los rótulos de Valladolid íbamos conociendo cómo las formas de las letras aportan significado al mensaje.
Foto: Miriam Chacón.
Foto: Miriam Chacón.
El oficio y la maestría del letrista ensalza y ponen en valor lo que anuncia. A través del diseño de letras construye la identidad del lugar rotulado y le dota de un carácter único. En la exposición dedicamos una sección a contar cómo es y cómo ha cambiado el oficio de la rotulación, sus técnicas y materiales, durante el siglo XX.
Muchas gracias a Esperanza Garcés, Luminosos Luce, Rótulos Tesedo, Luminosos SMA, Rótulos Tean e Imprenta Angelma por ayudarme a mostrar vuestro oficio y transmitirme vuestra vocación.
En el barrio existen voces que sobreviven a los momentos de quietud. El punzón, el spray y el rotulador se convierten en herramienta de una cultura popular capaz de representarse y hablar por sí misma. Las pintadas que nos encontramos en la calle, hechas con alevosía pero no siempre con premeditación, reflejan el descontento de la sociedad, la defensa de una idea o la indignación ante una injusticia. Otras, más instintivas, revelan la exaltación del amor adolescente (y el desengaño posterior) o la gamberrada sin sentido. Todas son elementos orgánicos del ecosistema urbano, que ni se desconocen ni se perciben en el tránsito diario.
Solamente cuando nos tomamos el tiempo y la calma suficiente para observarlos comprendemos la significación real de estos mensajes: la apropiación de la calle, la reivindicación del espacio público como algo que nos pertenece, que podemos usar, y el sentir de pertenencia sobre los lugares donde marcamos nuestra impronta.
Foto: Miriam Chacón.
En la exposición dedicamos una sección a otras voces muy diferentes a las de las fachadas de los comercios: las pintadas que nos encontramos en la calle.
Destacando entre ellas, el impactante ‘OTAN NO’ que pasó a formar parte de nuestra memoria colectiva. El Duque de Lerma, aquel edificio fantasmagórico y abandonado fue un gran soporte reivindicativo.
Hasta 2018 se desconocía la autoría de este rótulo de gran impacto, fue en la exposición donde se desveló quiénes fueron los padres de esta gran obra.
Foto: Miriam Chacón.
La mayoría de los rótulos destacados en esta exposición nos los encontramos en locales vacíos: escaparates con pintadas y el permanente cartel de “se alquila” o “ se vende”. Letras en riesgo de desaparición, o de las que solo queda su huella, cuentan la situación que estamos viviendo.
Así, el repertorio iconográfico de las calles constata un rápido proceso de transformación, consecuencia de la crisis y de un modelo de desarrollo económico que asfixia el comercio local y homogeniza la oferta en todas las ciudades con el despliegue de marcas globales y grandes franquicias.
Mientras que los rótulos tradicionales enriquecían el paisaje urbano aportando singularidad, la estandarización diluye su personalidad, en un proceso de desertización que conlleva una lamentable pérdida cultural. Las piezas gráficas de calidad forman parte de nuestra memoria colectiva.
Foto: Miriam Chacón.
Después de poner en valor el patrimonio cultural de Valladolid, se muestran obras derivadas de diferentes artistas como: Jorge Peligro, Pati Duque, Chucho Nieto, Cless Infame y Pek Skool, en las que se reflexiona sobre el deterioro, la legalidad o la belleza de las letras que residen en nuestras calles.